Abro el frigorífico y ahí está mirándome...todos los días...poniéndome ojitos... ¿El qué? Una tarrina de manteca de cerdo que compré para hacer los nevaditos estas Navidades y que lógicamente no terminé.
Era la primera vez que la compraba y no sabía que hacer con ella. En los foros, muchas decían que la guardaban de una año para otro, pero otras decían que se ponía rancia. El caso, que no me apetecía tener que tirarla (que me da una rabieta) así que, manos a la obra.
Ensaimadas
Ingredientes
para 10-12 unidades
Masa Madre:
1 sobre de levadura de panadería
10 ml de agua templada
Harina de fuerza (la que admita)
Masa:
1 sobre de levadura de panadería
4 huevos medianos
550g harina de fuerza
150g azúcar
110ml agua templada
30ml aceite de girasol
La masa madre
Manteca de cerdo a temperatura abiente
Azúcar glass
Nocilla
Haciendo recetas de este tipo, tradicionales, me da que pensar en la cantidad de tiempo invertido para las mismas: la elaboración de las masas, reposo, levados... claro, como no tenían tele, podían dedicarse en cuerpo y alma a estas cosas. Sólo en hacer la masa y luego las ensaimadas se nos va una hora y media, más otras tres horas o así de levado, ya van casi cinco, más el horneado... Una tarde entera!!
Bueno, empezaremos con la masa madre. Es tan sencillo como poner el agua en un cuenquito, verter el sobre de levadura de panadería, mezclar un poco e ir añadiendo poco a poco harina hasta que podamos amasar con las manos y nos quede una pelotita que no se nos pegue a los dedos.
¿Cuánta harina? Unas dos cucharaditas más o menos. Una vez tengamos la bolita, la pondremos en otro bol más grande con agua templada. Veremos como empiezan a salir burbujitas y a flotar.
Nos olvidamos de ella de momento y empezamos a hacer la masa de las ensaimadas. Mezclaremos los huevos con el azúcar, la harina, enagua y la levadura. Cuando este todo bien mezcladito, añadiremos nuestra pelota de masa madre y el aceite. Amasamos conciencia y añadiremos algo más de harina si vemos que es necesario hasta que la masa no se pegue al bol o en la encimara o donde estemos amasando.
Ponemos un trozo de film, donde pincelaremos un poco de aceite y colocaremos la masa. La dejamos reposar unos 15 minutos. Tiempo para recoger los cacharros, ir al baño y poco más.
Ahora, con la encimera despejada, la untamos de aceite y cogemos una porción de la masa. Yo corté 10 porciones a ojo. Hacemos un churrito como de dos palmos y lo aplanamos con el rodillo de forma que nos quede tan transparente como podamos. Lo bueno de esta masa es que es muy elástica y no se rompe.
Ahora vamos colocando pellizquitos de manteca de cerdo por toda la superficie de la masa con los dedos, así, sin pensar, untándola toda muy bien, con sus correspondientes pegotes en algunas partes.
Para no manchurrear mucho, os recomiendo hacer esto con una sola mano y así la otra nos queda "limpia".
Ahora, con los pulgares, iremos enrollando la masa. Hacemos como un canutillo, poco a poco, despegándola de la encimera con cuidado. Una vez esté el churro todo enrollado, haremos la espiral característica de la ensaimada sobre papel de horno.
Como no me cabían más cosas, tenía la bandeja con el papel sobre la puerta abierta del horno.
Repetiremos la operación tantas veces como porciones hayamos hecho.
Me atrevía a hacer dos rellenas de Nocilla. EL procedimiento es el mismo, aunque colocaremos un par de hilos de chocolate en la masa (abajo del todo y hacia la mitad) y pondremos manteca en el resto. Enrollamos igual y a la bandeja.
Ahora nos toca dejar levar nuestras ensaimadas unas tres horas para que queden esponjosas. Para evitar corrientes de aire, las tenía dentro del horno en sus bandejas. La levadura seca tarda mucho más en subir así que paciencia.
Pasado ese tiempo, las sacamos y lo precalentamos a 180º. Las salpicamos con agua y horneamos 15 minutos cada bandeja. En caliente, espolvoreamos azúcar glass y rezos para que el tiempo pase rápido, se enfríen un poco y la dichosa manteca de cerdo no se vaya a las caderas jejejeje
Las podemos envolver una vez frías en film transparente y congelar para que no se nos pongan durillas o regalar unas pocas, como hice yo. Compartir es vivi, no? Eso sí, un desayuno de domingo con una delicia de estas viendo cómo empieza a nevar por la ventana, no tiene precio.
Yo cocino, tú cocinas...¡Todos cocinamos!